Escríbelo como quieras vermú, vermut, vermout o vermouth porque esta bebida está en auge. Ha pasado de estar prácticamente olvidada, relegada a ser consumida por un reducido número de mujeres que ya habían cumplido los cincuenta, a estar de candente actualidad, y es que ahora es fácil escuchar a gente relativamente joven pidiendo un vermú, o encontrar en cualquier bar otra marca que no sea esa que hace anuncios en blanco y negro con hombres y mujeres de gran atractivo y lo que más me alegra es que en numerosos establecimientos encontramos un cartelito en el que se lee: “Tenemos vermut de grifo”.
No podemos olvidar la importancia que tiene esta bebida que da nombre a esa costumbre tan nuestra de ir a tomar unos pinchos y unos vinos antes de comer.
Además para mi el vermú tiene un punto sentimental muy propio para este día de la madre, ya que mi madre, en ocasiones, acostumbraba a tomarse una copita de este elixir con un puñado de almendras tostadas mientras cocinaba tras una jornada de trabajo, constituyendo parte de uno de los mejores recuerdos de mi infancia: el olor a los guisos de mi madre. Y como ya parece ser costumbre en este blog aprovecho para felicitar a todas las madres del mundo, por la entrega, el sacrificio y el amor que dan a sus hijos, y muy especialmente a la mía, porque es la mejor del mundo. En honor a esa grandísima mujer hago esta receta de solomillo con salsa de vermout.
Antes de empezar con la receta quiero dar unos dar unos datos sobre esta bebida. Para conocer su origen tenemos que remontarnos hasta la antigüedad y dar las gracias a Hipócrates quien mezcló vino, flores y especias con fines medicinales. Pero no fue hasta finales del siglo XIX cuando los italianos empezaron a elaborarlo industrialmente, en sus versiones rosso, blanco y seco.
El vermú rojo, está compuesto por más de 40 extractos de hierbas, raíces, flores, especias y frutas que se mezclan con alcohol en un tamburo, recipiente que da dos vueltas al día durante dos semanas. Tras este proceso se añade el azúcar junto con una mezcla de vinos, clave para la calidad y características del producto final, y se deja reposar. La duración del envejecimiento dependerá del tipo de vermut. Lo único que falta es servirlo en una copa con un hielo, la típica oliva y dejarse llevar por su característico olor y su agradable sabor, de entrada golosa y retrogusto amargo
Y ahora sí, empiezo con la receta, que nuevamente es sencilla pero no por ello deja de ser deliciosa.
Ingredientes (4 personas):
- 2 solomillos de cerdo, 2 cebollas, 1 ajo, medio vaso de caldo de carne, 1 vaso de vermú, 1 cucharada de maicena, sal, pimienta y aceite de oliva.
- Esta vez de acompañamiento hemos hecho un puré de manzana y unas patatas cocidas para lo que utilizaremos 2 manzanas, 3 patatas, agua y sal.
Picamos finamente el ajo y las cebollas y rehogamos todo en una cazuela con aceite de oliva. Cuando esté bien doradito incorporamos el caldo de carne y el vermut (esta vez, al no tener caldo casero empleamos las pastillas de caldo concentrado, que si bien no me gusta abusar de ellas nos pueden sacar de más de un apuro, como en este caso, así que recomiendo tener siempre en casa) Llevamos a ebullición y dejamos que se evapore el alcohol durante 5-10minutos, tras los que añadiremos una cucharada rasa de maicena, removemos bien y cuando alcance la textura deseada batimos para que quede más ligera.

Para presentar colocamos uno de los solomillos, junto con unas cuantas patatas y puré de patata. A mí me gusta salsear ligeramente los solomillos y las patatas y dejar el resto de la salsa en la mesa para que cada uno se sirva a su antojo.
Después de ver las fotos, creo que la estética hubiera mejorado si a las patatas les hubiera echado un chorrito de aceite de perejil, por eso de los contrastes de color, pero bueno, soy novata en esto de las fotos gastronómicas y tengo que ir aprendiendo poco a poco.
¡Qué aproveche mamás!
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